La resaca de la tristeza
A esa hora, el miedo y la cobardía me habían dejado mudo. Nos quedaba poco tiempo (...) No sabía que decir. Lo que fuera estaba de más. Lo que dijera era el comienzo de la despedida. Hasta que ella señaló. –A esto le llamo la resaca de la tristeza. Me impresioné sin intentar interpretarla. Y en un acto casi convulsivo la abracé tan fuerte que nuestras pieles se fundieron y conectaron terminales del dolor. Comencé a sentir la angustia de la partida y ella la inmovilidad ante la tiranía del destino. Era el Dios castigador, el que te da y el que te quita. (…) en ese momento no cabían más que las respiraciones entrecortadas de ambos, incapaces de asumir el desapego, discapacitados ante la tristeza que como un péndulo va y viene asolando nuestras endebles humanidades. Me acordé de Schopenhauer y me sentí irremediablemente insatisfecho, irreparablemente condenado. Solo atiné a decir: - Y la felicidad, efímera, será como esta isla rodeada de todo un océano de sufrimiento. Si es así, me quiero quedar allí, contigo, aunque seamos náufragos y no haya realidad con la que contrastar nuestra íntima alegría. Ella me miró (…) con la vista un tanto desenfocada, como tratando de ir más allá, me tomó la cara y me dio las gracias. –Yo, contigo, ahora sé qué es un péndulo y este recorrido de cabo a cabo ha sido lo más hermosamente maravilloso que me podría haber sucedido. No sé si amo este recodo de vida o te amo a ti, pero por fin puedo cerciorarme que detrás de algún espacio, escondida en alguna parte o dimensión durante el camino, habita una posibilidad para el sentido de mi vida.
(extracto del cuento “péndulo de la tristeza infinita” de JP Belair)
A llenar la sala Camilo Mori!!!!!!!!!!!!