miércoles, julio 26, 2006

Se mata lo que se ama...

Esta cárcel de muros y rejas de carne y hueso me cobija desde hace mucho. A esta altura ya le tengo buena estima, porque la he ido moldeando contra el viento, y hasta ahora –seamos justos- no me puedo quejar, me sirve para seguir viviendo encerrado. No se vaya pensar que están frente a un mal agradecido, un bien nacido debe honrar su cárcel porque te protege, porque en ella te alimentan, pero especialmente porque es tuya, es tu obra, eres tú mismo.

Entonces, ustedes
se preguntarán ¿cuál es la condena?

Parte de la respuesta es simplemente el autoboicot. Señoras y señores, estoy condenado a boicotear lo que asoma o se parece al número 2. Estoy condenado al miedo y como tal al amor verdadero. Mi maestra de yoga dijo: “lo que se opone al amor no es el odio, es el miedo”. Esa fue la sentencia y la vivo dignamente en la soledad de esta cárcel.

La otra parte de la respuesta la encontré en el regalo de Pilinklin, un fragmento de la antigua

Balada de la Cárcel de Reading de Oscar Wilde.

Y que no haya nadie que lo ignore:
Todos los hombres matan lo que aman:
Con mirada de odio matan unos,
Otros con frases engañosas matan,
El cobarde lo hace con un beso,
El bravo con la espada

Matan unos su amor, cuando don jóvenes,
Otros matan su amor cuando son viejos,
Con las manos del Oro unos lo ahogan,
Algunos, con las manos del Deseo;
Usa el hierro el mejor, porque la víctima
Se enfríe más ligero.

Breve tiempo aman unos, otros largo,
Unos compran su amor, otros lo venden,
Algunos asesinan entre lágrimas,
Otros sin un suspiro; pero siempre
Se mata lo que se ama, aunque no todos
Morir por ello deben.

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