Cuando conocí a Binns el día que murió Saramago; o ensayo sobre la carroña virtuosa
…más que una modelo posando para un fino pintor
A. Tobar
Ha muerto Saramago. Y veo en retrospectiva como sus novelas fueron descascarando la pintura de ese cielo raso que tenía tan cerca de mi cabeza. Rememoro por ejemplo ese capítulo de cristo en el mar de Galilea discutiendo con el demonio, y cómo mi avidez por pensar las cosas desde numerosas perspectivas empezaba a transformarse en un vicio ineluctable. Tanta uniformidad heredada de la dictadura y de una sociedad pequeña, arribista y complaciente. Fue un levantamiento popular ante mi conducta aprendida de toque de queda. Afortunadamente era joven. Más que en años, en mi deseo insaciable por intentar desestabilizar las estructuras, principalmente la propia, aquí adentro de esta cárcel que solemos ser nosotros mismos.
Y en la candidez de quien evade la cotidianeidad, me encontré con Niall Binns. Creo que es un poeta londinense por accidente, avecindado en Madrid por razones estrictamente personales que desconozco, y que como varios inconscientes les encantaría vivir en Chile. Es un antipoemofílico, al menos así lo parece al reconocer sus méritos académicos. Y así entre los escombros, unos cepillos de dientes en 69 y los pelos de sus musas, encontré pocos pero esenciales residuos de su existencia. No pude sino sentirme un buitre carroñero -de esos mismos que él describe- de esas letras malditas para algunos, para mí letras crudas como las más apetitosas carnes que alimentan mi órgano creador de versos.
No soy ni somos buitres, en la forma que cualquier vecino podría señalar, sino que sobrevivientes que se nutren de la sustancia fundamental, de la poesía. Sólo los poetas leen poemas –escuché por ahí. Poetas carroñeros de sí mismos –pensé por acá.
Ya ha pasado tiempo de que me encontré a ese hombre llamado Saramago (como hoy escribiera Sepúlveda). Pero qué importa el tiempo. Hoy se le acabó a un grande. Pero hoy mismo también empezó para mí, como Lavoisier legislara, mi revoloteo en círculos sobre los restos de Niall. Esa materia no se pierde. La obra de Saramago tampoco. Y así yo, tal cual he visto cómo mis carroñeros mordisquean mis colgajos en vida, seguiré alimentándome de la materia inmortal de Saramago y acechando la de Niall. Toda ella viva. Todas ellas cadáveres ¿exquisitos?
tuyos que se enredan sigilosos
atándome los pies, desatando los recuerdos
Los rastreo y recojo
y los he ido anudando
uno por uno, para hacerte un collar
que me sirva, de paso, como soga
Lo ataré de noche a la bombilla del salón
subiré a una silla,
y después de meterme la cabeza, y proferir
las palabras de sobra conocidas
daré una leve patada, y veré entonces
si son débiles los lazos de nuestro amor
(de Canciones bajo el muérdago)
Definitivamente, entonces, me has dejado y no me queda más vestigio de tu paso que un miserable cepillo de dientes, que sigue acompañando al mío en el vaso sucio de siempre.
Tu cepillo es de color rosa, el mío azul: qué recta ha sido nuestra línea hacia la nada. Pero aunque tú estés lejos, nuestros cepillos de dientes, día tras día y en largas noches de lujuria, entrelazan sus puntas sedosas: incansables.
A veces les doy la vuelta o les invento las posturas más inverosímiles; y como el hombre de Altamira esbozando en su caverna el bisonte que en el acto se condena, me regocija escucharte gritar, sacudida del sueño -sin saber por qué-,
(De Five love songs)
BUITRE
Buitre el que desempolva la memoria de su familia deshecha
Buitre el que esteriliza el paisaje de su podredumbre orgánica
Buitre el que llora, masturbándose, por lo que pudo haber sido
Buitre el que aún atesora sus primeras cartas de amor
Buitre el que empolla su nostalgia en atardeceres sin fin
Buitre el que se arrastra detrás de un paraíso perdido
Buitre el que vive en las escarpadas crestas de las sierras
Buitre el autobiógrafo de la infancia iluminada
Buitre el periodista fabricante de sordideces
Buitre el que escarba las escombreras por comida
Buitre el carnívoro que no siente la muerte
Buitre el que habita un universo de chatarra
Buitre el fanático de Barbara Cartland
Buitre el funcionario de las endogamias
Buitre el que vuelve a ser niño en los sueños
Buitre el lector de San Juan de
Buitre la ebriedad de las alturas
Buitre el devoto del diccionario
Buitre el ratón de biblioteca
Buitre el heredero voraz
Buitre el que escinde las nubes
Buitre el rey del reciclaje
Buitre el coleccionista
Buitre el ave sagrada
Buitre el calumniado
Buitre el que calumnia
Buitre el poeta
traficante
de restos
Buitre el buitre
poetas de hoy (el poeta poeta, el poeta pobre, el poeta esteta, el poeta filólogo, la poeta indignada y el poeta fórmula 1)
1) El poeta poeta sale a la calle vestido de capa negra
Bordada en la espalda de la capa negra lleva la letra invisible P
El poeta poeta pasea por la noche madrileña y la poetiza
Ve acercarse un coche y dice
"Dos luciérnagas vienen acercándose
a 110 kmph"
Llora de la emoción
Ve alejarse el coche y dice
"Dos fumadores se van por la noche
a 110 kmph"
Llora de la emoción
Llama a los amigos y les cuenta el hallazgo
2) El poeta pobre queda en trance
cuando ve pasar un coche por las páginas del periódico
Un coche nuevo mola más, por supuesto, que
El poeta pobre toma nota
Va a un bar, se emborracha, balbucea algún verso melancólico
sobre su infancia o su novia perdida
Se compra otro gintonic con beefeater
"No soy pobre ni poeta", dice: "Soy un pobre desgraciado"
3) El poeta esteta pasea por el centro y se compra un chalequito azul Hay muchos taxis y muchos mercedes
y muchos bmws, pero él no los ve
Desprecia la apariencia, la epidermis de las cosas
El poeta esteta vuelve a casa y escribe
"Piedra" dice, y se estremece
"Agua" dice, y se estremece
"Aire" "Tierra" "Fuego" dice
y se estremece tres veces
Siente la ebullición de las esencias
Luego se sienta en el sofá, sonríe
Piensa cómo se van a estremecer los demás
4) El poeta filólogo
mide sus versos con pasmosa precisión
Éste, me dice, es un endecasílabo
Éste también es un endecasílabo
Éste, en cambio, no es ni endecasílabo ni nada:
es una aberración (este verso que empieza
"es una aberración" es un alejandrino
me señala -muy sabio- el poeta filólogo)
5) La poeta indignada se niega a aparecer en mi poema
"Otra vez soy minoría", me protesta
"¡Una entre seis! Es indignante", me dice
6) El poeta fórmula 1 se ríe de los miméticos
"No cantéis a la velocidad, oh poetas", dice
"Que florezca en el poema, ¡coño!"
El poeta fórmula 1 prefiere quedarse en el garaje
escribiendo una poesía de alta velocidad
borbotante de bencina
Sus poemas son muchos, largos y energéticos
Carecen de puntuación y de sentido
pero impresionan mucho
Son muy antologados
-----
Foto 1: óleo de Marcia Zegarra tomada de su blog: http://marciazegarra.blogspot.com/)
Foto 2: buitre. Tomada de http://www.galeriade.com/angel/details.php?image_id=777&sessionid=36fc63ecc21b45c33fc3508642799b8c
En Salieri uno que por músico no nos deja de abrevar con palabras. Para escuchar pincha aquí.