miércoles, mayo 30, 2007

Frío


A propósito de Gamoneda...


Hace frío
Siento frío
Huelo frío

Desnudo a la intemperie
no hay sangre que valga
los huesos mueren de frío
y el alma tirita

Mientras suspiro ese frío
de adentro y de viaje sin regreso
Plutón, luna y Polo



Visión del Frío (Antonio Gamoneda)*


“Arrojar al silencio la agonía
como quien tira el corazón al fuego”

Yo estaré en tu pensamiento, no seré
más que una sombra imprecisa;
Habré existido en un instante en que
la alegría y la piedad ardían en tus ojos.
Pero también quiero permanecer desconocido en ti.
Desconocido. Simplemente envuelto en tu felicidad.
Tú distraída en tu luz y yo apenas
viviente en ella, y así, imperceptiblemente amado,
esperar la desaparición.
Aunque quizás estamos ya separados
por un hilo de sombra y cada uno está en su propia luz
Y la mía es la que tú vas abandonando.


Soy el que ya comienza a no existir
y el que solloza todavía.
Qué cansancio ser dos inútilmente.


Entra en tu cuerpo y tu cansancio se llena de pétalos.
Laten en ti bestias felices: música al borde del abismo.
Es la agonía y la serenidad.
Aún
sientes como un perfume la existencia.
Este placer sin esperanza, ¿qué significa finalmente en ti?
¿Es que va cesar también la música?


Lame tu piel el animal de llanto, ves grandes números infecciosos y, en el extremo de la indiferencia, giras insomne, musical, delante del último dolor.
Vienen, extienden
sobre tu corazón sábanas frías.


La inexistencia es hueca como las máscaras y su visión es lívida, pero tú oyes el grito de las madres del agua y acaricias los ojos que vieron la inexistencia.


Va amanecer sobre las cárceles y las tumbas.
Me mira la cabeza torturada y
su marfil arde como un relámpago cautivo.


El vigilante fue herido por su madre;
describió con sus manos la forma de la tristeza y acarició cabellos que ya no amaba.
Todas las causas se aniquilaban en sus ojos.


Alguien ha entrado en la memoria blanca,
en la inmovilidad del corazón.
Veo una luz debajo de la niebla
y la dulzura del error me hace cerrar los ojos.
Es la ebriedad de la melancolía; como acercar el rostro a una rosa enferma, indecisa entre el perfume y la muerte.

* Premio Cervantes 2006. Gracias Igor y Ximena por el hermoso regalo.

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