lunes, agosto 13, 2007

Tu recuerdo en mi cara


Después de tanto tiempo me miro en el espejo. Y te veo. No a ti, sino a tus huellas.
Me cambiaste la cara. Dejaste una mueca amarga fija en mi rostro. Mi boca tiene comisuras que apuntan hacia el suelo. Un rictus de paraguas, quizá para la tormenta.

Y camino, y miro de reojo hacia dentro de cada bar que se me cruza, a ver si te encuentro, con otro, con él, disfrutando mientras yo te recuerdo. Solo, deambulante, no sé de qué recuerdos me hablo, si no tengo memoria de tu mano perdida en mi pelo o de mi cabeza acunada en tu pecho. Me temo que los he borrado de la memoria, así como aquella golpiza de niño que nuestros perfectos padres nunca podrían habernos dado, y tú en un acto de magia negra los colocaste uno a uno en mi rostro.

Todo muere. Menos los recuerdos. Murieron los besos, los abrazos, los buenas noches y los desayunos hablando del futuro (que murió antes de nacer). Hasta la gata que ronroneaba mientras crecíamos murió atropellada por la rueda de esa tristeza sin razón.

Cuál es el perfil del abandonado. El de criminal o el de imbécil que cree y sigue creyendo confiando hasta en el arrepentimiento. Esos estertores de humanidad que me confunden. Y es la misma cara esculpida por tus traiciones que se distingue y reconoce entre otras como un desconsolado prontuario.

La distancia y los años hicieron el trabajo sucio. Siempre es así y qué le vamos a hacer. Si estamos hechos de materia, de carne y sangre. El recuerdo atrofia la primera, la segunda se derrama solo una vez.

Licencia de Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Perfil de Facebook de Juan Pablo Belair Moreno
Mesothelioma
Mesothelioma