sábado, agosto 05, 2006

Al guerrero alcanzado en guerra santa

Una vez más me he transformado en el guerrero que va con la “piedra del toqui” en alto dirigiendo el sentido del ataque. He recibido muchos dardos desde que decidí construir esta casa. Algunos venenosos y potentes, otros débiles de amigos de mi enemiga que a medio morir saltando disparan anónimamente sin mucha suerte. Sin embargo, quiero seguir escribiendo, aunque estas palabras sean los pedacitos de mi existencia desintegrada cada vez que explotan bombas a mis pies. Aunque para algunos digan lo mismo, aunque para otros sea una práctica terapéutica, para mí es la extensión de mis sentidos, son las miles de barcazas que pongo a navegar en un mar embravecido.

Hoy quería hablar de aquellos que se quedan al lado del camino (como diría Fito), o de los que se salvan (como diría Benedetti)… disculpen las citas pop. Pero este D’Artagnan ha sido nuevamente herido de muerte. Yo Pablo, romano, perseguidor de cristianos, alcanzado por la única bala que me mata, aquella que viene por detrás mientras seguía la estrella de David, y que me ha despedazado mi corazón curtido.

(...)


Te dedico este "Ahogo" de Gerardo Diego

Déjame hacer un árbol con tus trenzas.

Mañana me hallarán ahorcado
en el nudo celeste de tus venas.

Se va a casar la novia
del marinerito.

Haré una gran pajarita
con sus cartas cruzadas.
Y luego romperé
la luna de una pedrada.
Neurastenia, dice el doctor.

Gulliver
ha hundido todos sus navíos.

Codicilo: dejo a mi novia
un puñal y una carcajada.

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