viernes, marzo 09, 2007

Feliz día Mujeres de fuego, Mujeres de nieve

Me estremecieron mujeres
que la historia anotó entre laureles
y otras desconocidas, gigantes
que no hay libro que las aguante

Silvio Rodríguez

Hace casi un siglo que se instituyó el Día internacional de la Mujer y aún no es suficiente tiempo para celebrarlo... y mientras algunos este día se ocupan de las distintas formas de reconocimiento, yo las pienso, las siento y las recuerdo todos los días.

Pienso que hubo un tiempo que íbamos e íbamos por ellas... pero hasta cuándo esperaremos que caigan las manzanas a destruir cráneos sin corazón y cuya musiquilla resultante interprete un canon que repita que son ellas las que encuentran.

Y mientras tanto escarbo una raíz latina llamada en una palabra "mujer" que significa suavidad, yo siento una avasalladora tormenta que rodea cada poro de esta mi piel que perfectamente puede llamarse de la misma forma, porque se sensibliza y eriza solo con nombrarla.

Y es inevitable que recuerde cada templo merecedor de sacrificios y rituales, y el amor que como humo resultaba de esa combustión, la tuya y la mía, la de ellas, que desde un segundo o desde toda la vida en pequeñas muertes se divinizaron ante mi insignificante humanidad.

Los hombres (esa palabra inespecífica) somos de la tierra... ¿y ellas?

Mujer genovesa (Dino Campana)

Tú me trajiste un poco de algas marinas
en tus cabellos y un olor de viento,
que viniendo de lejos llega grave de ardor,
había en tu cuerpo bronceado
o la divina simplicidad de tus formas esbeltas:
no amor ni sufrimiento, un fantasma,
una sombra de la necesidad que vaga
serena e ineluctable por el alma
y la disuelve en júbilo, en encanto, serena,
para que pueda el viento del sudeste llevarla al infinito.
¡Que pequeño y ligero es el mundo en tus manos!


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