lunes, enero 07, 2008

No es posible que sea de otro modo

No es posible que sea de otro modo. Vuelvo después del cambio de año. Un año perezoso en cuanto a posteos y visitas bloggeras. Un año en el que decidí visitar solo lo que quiero y no siempre dejar registros. Un año en el que decidí escribir por mí y ante mí, independiente de la platea generosa y traicionera.

No es posible que sea de otro modo. Un año nuevo llama las evaluaciones y éstas los recuerdos. Fuegos y juegos en Valparaíso mi amor. Con mis amigos y mi doctora invocamos tres dioses hindúes: Preservar, Destruir, Crear.

No es posible que sea de otro modo. Después de toda esta antesala, de reflexiones y compromisos, de bahía porteña, de sucesivos posteos de maestros chilenos, y habiendo escuchando infinitas veces Moon River, les dejo este texto que habla del recuerdo pero desde la vida sensible y consciente que continúa.

Año nuevo.

Yo, el hombre que soy y el que fui, visto de frente y con mi pasado fragmentado en una imagen sanadora. Gracias.



No hay pura luz_Neruda

No hay pura luz
ni sombra en los recuerdos:
éstos se hicieron cárdena ceniza
o pavimento sucio
de calle atravesada por los pies de las gentes
que sin cesar salía y entraba en el mercado.

Y hay otros: los recuerdos buscando aún qué morder
como dientes de fiera no saciada.
Buscan, roen el hueso último devoran
este largo silencio de lo que quedó atrás.

Y todo quedó atrás, noche y aurora,
el día suspendido como un puente entre sombras,
las ciudades, los puertos del amor y el rencor,
como si al almacén la guerra hubiera entrado
llevándose una a una todas las mercancías
hasta que a los vacíos anaqueles
llegue el viento a través de las puertas deshechas
y haga bailar los ojos del olvido.

Por eso a fuego lento surge la luz del día,
el amor, el aroma de una niebla lejana
y calle a calle vuelve la ciudad sin banderas
a palpitar tal vez y a vivir en el humo.

Horas de ayer cruzadas por el hilo
de una vida como por una aguja sangrienta
entre las decisiones sin cesar derribadas,
el infinito golpe del mar y de la duda
y la palpitación del cielo y sus jazmines.

Quién soy Aquél? Aquel que no sabía
sonreír, y de puro enlutado moría?
Aquel que el cascabel y el clavel de la fiesta
sostuvo derrocando la cátedra del frío?

Es tarde, tarde. Y sigo. Sigo con un ejemplo
tras otro, sin saber cuál es la moraleja,
porque de tantas vidas que tuve estoy ausente
y soy, a la vez soy aquel hombre que fui.

Tal vez es éste el fin, la verdad misteriosa.

La vida, la continua sucesión de un vacío
que de día y de sombra llenaban esta copa
y el fulgor fue enterrado como un antiguo príncipe
en su propia mortaja de mineral enfermo,
hasta que tan tardíos ya somos, que no somos:
ser y no ser resultan ser la vida.

De lo que fui no tengo sino estas marcas crueles,
porque aquellos dolores confirman mi existencia.

De Memorial de Isla Negra (1964)

(También dejé aquí un salieri a propósito de recuerdos abandonados en el 07)

Licencia de Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Perfil de Facebook de Juan Pablo Belair Moreno
Mesothelioma
Mesothelioma