lunes, julio 14, 2008

A Clemente el alquimista hijo de mis amigos

Vienes a nosotros
de otro mundo
desde más allá de las estrellas
y el vacío del espacio.
Trascendente, puro,

de impensable belleza,

para traernos la esencia del amor.

Rumi


El hijo de mis amigos
viene siendo el amor hecho carne,
es el elegido, el esperado.
Es el sueño que supera los sueños de sus padres
y el mago que reúne y nos transforma.


El hijo de mis amigos
viene siendo la sal
que sazona sólo el presente.
Tiene permiso para rayar los muros del planeta
y colorear las miserias humanas de un plumazo.


Dicen que viene desde muy lejos
aunque se horneaba al calor de un vientre hermoso
yo vi cuatro manos resguardándolo
y millones ancestrales en ellas encarnadas.
Un alquimista, su misión es transmutarnos al amor.


Clemente con el mundo llegaste a llenarnos de aire con tu nombre,
a devolvernos la chance, a darnos un respiro, una oportunidad.
Nuestra ofrenda al niño que ha nacido:
le dejamos en el aire peces voladores
para montarlos si es que la tierra firme no le alcanzara.


¿De dónde vengo, dónde me encontraste? – pregunta el recién nacido a su madre. Ella llora y ríe al mismo tiempo y, estrechando al niño contra su pecho, le responde: Tesoro mío, estabas escondido en mi corazón, no eras sino su deseo. Estabas en las muñecas de mi infancia cuando, cada mañana, modelaba en arcilla la imagen de mi dios, eras tú al que hacía y rehacía.








Estabas en el altar con la divinidad de nuestro hogar; al adorarla era a ti a quien adoraba. En todas mis esperanzas, en todos mis amores, en mi vida, en la de mi madre, eres tú quién ha vivido. El espíritu inmortal que protege nuestro hogar te acuna en su seno desde la noche de los tiempos. En mi infancia, cuando el corazón abrías sus pétalos, eras tú quién lo envolvías, como un perfume embriagador. Tu delicada frescura aterciopelaba mis jóvenes miembros igual que el reflejo del rocío que precede a la aurora. Tú, criatura del cielo, que tienes por hermana gemela a la luz de la alborada, tú has sido traído por las olas de la vida universal que te ha depositado por fin en mi corazón. Mientras contemplo tu rostro, el misterio me devora; ¡tú que a todos perteneces me has sido dado a mí! Por temor a que escapes de mí, te estrecho contra mi corazón. ¿Qué magia ha entregado el tesoro del mundo a mis frágiles brazos?

Rabindranath Tagore

Y desde otras latitudes le dedico esta bella canción (pinche aquí)

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