jueves, febrero 08, 2007

Sobre hijas y poemas... algo de Stephen Spender

Vengo llegando de las nubes, ahí estuve retozando entre la suave humedad y el tibio sol que se cuela entre ellas, ahí estuve un instante, no sé cuánto tiempo, si sé (sabía de antes) que era efímero y delicioso, como todo placer terrenal que se precie de tal, que aunque duren vidas parecen solo segundos, un mordisco, como el momento en el aire donde el cuerpo está en suspensión durante un salto. Sí, vengo llegando y rebotando de lo redondo que me siento.

Y estaba en el ajuste postrero al aterrizaje, arreglándome la camisa, buscando mis lentes, cuando vinieron nuevas réplicas, remezones que me hacen explotar, en esta imagen, en esta idea, mi hija, mi poesía. Y aunque en tiempos medidos por relojes no tengo ni la una ni la otra, otros sí las han tenido, como Stephen Spender a quién quiero compartir. Mientras tanto, pienso en Sol (mi hija de carne aún no nacida), en su calor y su luz vital, pero también en la vibración de su sonido todopoderoso (quizá la más poderosa de todas las notas musicales); y también pienso en mi poesía, esa que no conozco, o mejor dicho que reconozco de vez en cuando, así de repente cuando se esconde detrás de alguna palabra acuchillada, y que también es mi hija, aunque ella suela desconocerme.



A mi hija (Stephen Spender)

Brillante se prende su mano entera de mi dedo,
Mi hija, mientras caminamos juntos ahora.
Toda mi vida sentiré un anillo invisible
Rodear este hueso con brillo: cuando ella haya crecido
Lejos de hoy como sus ojos están lejos ya.

La escritura de un poema (fragmento) (Stephen Spender)

Siempre hay una ligera tendencia del cuerpo a sabotear la atención de la mente proporcionando alguna distracción. Si esta necesidad de distracción puede ser dirigida en una dirección (como el olor de las manzanas podridas o el sabor del tabaco o el té), entonces las otras distracciones son eliminadas. Otra posible explicación es que el esfuerzo concentrado que supone escribir poesía es una actividad que hace que se olvide completamente, por el momento, que se tiene un cuerpo. Es una perturbación del equilibrio del cuerpo y la mente, y por ese motivo se necesita una suerte de ancla de sensación en el mundo físico.

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