lunes, enero 21, 2008

instrucciones para amar a un ángel_Teresa Calderón

Sin el permiso de Teresa Calderón me atrevo a compartir este "cuento" en este espacio donde el cielo no alcanza (como se ha dicho), y donde orbitan por derecho propio más bien versos y viejos conocidos, y donde solo a hurtadillas se cuela este servidor con uno que otro estornudo poético. Pero es que aquí no hay márgenes y por lo mismo me pareció ni venial incluir a esta maestra del lenguaje poético, esta vez, vestida de etiqueta, de cuento.


Dedicado...

En primer lugar, la afectada por la presencia de un ángel se dará cuenta del hecho enseguida.
Encandilada por un hombre cuya voz jamás había oído, le parecerá perfectamente conocida.
El brillo inquietante de unos ojos que la miran, le hará creer haberlos visto desde siempre.
Sobrecogida por el ritmo de un baile una tarde de lluvia, usted perderá el sosiego de por vida.

Entonces sus sueños empezarán a llenarse de mares encrespados y cielos que se nublan repentinamente y lluvias que se desatan y vientos que se la llevan en todas direcciones.
Usted desde ese mismo momento quedará a la deriva, perdida, sin brújula, sin voluntad y sin memoria.
Los ángeles no son conscientes de su angélica condición, por lo tanto seguirán actuando en forma natural y humana.
Por lo general los ángeles son poetas. Los ángeles suelen llamarse Tomas, Alfredo, Raúl, Carlos, Antonio, Roberto, Pablo, Andrés Rubén, Gustavo, Diego, Miguel, Juan…
Cuando se encuentre con un ángel, debe hacerle prometer de inmediato y delante de testigos, que más adelante, que tal vez, que algún día, que en la próxima vida….
Los ángeles suelen quedar prendidos en la memoria, abrazados a su corazón, cantando en su alma la música del paraíso.
Para amar a un ángel hay que visitarlo en los sueños; acercarse despacito y hablarle lentamente. Los ángeles se asustan con facilidad al ser reconocidos.
Cuando se enamore de un ángel, usted tendrá que resignarse a que ese ángel jamás se va a enamorar de usted, porque no todas las mujeres tienen en su destino encontrarse con un ángel. Porque las mujeres como yo que se enamoran de hombres como tú están perdidas.
Porque en realidad usted no es una mujer sino una triste ángela caída en la desgracia de un amor tan grande.

Gracias Xime Concha por este obsequio. Este cuento lo encuentran en Vida de perras, Editorial Alfaguara.

Fotos: algunas ángelas que no he conocido pero que iluminan caminos celestes (Male, Chami y Dani).

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