viernes, mayo 22, 2009

Benedetti... esto no es una elegía

Esto no es una elegía
ni es un romance, ni un verso:
más bien una acción de gracias,
por darle a mis ansias
razón para un beso

Silvio


Don Mario Benedetti, me había negado hasta ahora escribir sobre usted y su partida a otras latitudes, seguramente menos espesas. Debe saber usted que en mi ranking de asuntos insoportables, sólo un poco más atrás de las esperas y la programación televisiva está el Obituario. Razones hay muchas pero a mí me hacen más sentido las emociones (qué más sentido que ellas).

Sí, la muerte es un dios, ininteligible y a quién le tememos desde lo desconocido. También nos duele el cuerpo hasta la médula la pérdida de quién creemos nos pertenece. Siempre es inoportuna. Claro, pocas veces espera y otra menos avisa. Las listas de pendientes abortados porque la enjuta patitiesa hizo de las suyas es interminable y eso da rabia e impotencia. Por último, qué indignante es tener sólo una certeza en la vida, la muerte.

Pero lo natural nos está dado Don Mario, para qué quedarnos con chicas, vayamos más allá. Si fuera por quedarse en la queja de la injusticia distributiva natural, quizás desde ese su país pequeño del continente grande nunca hubiera emergido un Galeano o un Onetti que lo acompañan en honores.

Usted no morirá, al menos hasta cuando yo muera, y le aseguro que somos mucho más que dos en esta tarea, ahí estarán los hijos y los hijos de esos hijos, inmortalizando sus letras. Le aseguro que hasta la famosa poesía comprometida, tan mentada pero tan desviadora de su vasta obra, seguirá analizándose desde su valor histórico, pero la belleza de versos e historias trascendentes e irreductibles será el lenguaje universal de los amantes eternos.

No estoy triste Benedetti por su partida. Me alegro de que haya dejado de sufrir. Usted no está para trajines banales del cuerpo como aquellos que se acostumbran en hospitales o dictaduras. Usted está para habitar en el canto universal, en las voces de este Sur palpitante de poetas que conocieron y seguirán re-conociendo generación tras generación el sabor del verso a través de su pluma. Es más, usted está para vivir, como arquitecto e iconoclasta a la vez, en la tregua de ese amor siempre tan recidivante e incurable.

Benedetti que se parece a Bendito, eres el fruto del vientre de América que alimenta a los mortales. Y como dios estás condenado a la eternidad.



Algunos decires a los que quiero dar mi acción de gracias:

Celebración de la amistad 1

En los suburbios de La Habana, llaman al amigo mi tierra o mi sangre. En Caracas, el amigo es mi pana o mi llave: pana, por panadería, la fuente del buen pan para las hambres del alma; y llave por...-Llave, por llave -me dice Mario Benedetti. Y me cuenta que cuando vivía en Buenos Aires, en los tiempos del terror, él llevaba cinco llaves ajenas en su llavero: cinco llaves, de cinco casas, de cinco amigos: las llaves que lo salvaron.

Eduardo Galeano (El libro de los abrazos)


Y la despedida de Don Nica... la leyó?
“A lo más que se puede aspirar / Es a dejar dos o tres frases en órbita / Que yo sepa don Mario dejó al menos una: / La muerte y otras sorpresas // ¡Señor mío, la frasecita!”.

Daniel Viglietti, otro yorugua, dijo en su despedida “ética cabe dentro de la palabra estética (...). Eso nos enseñó Mario”.

Y usted, ejem, perdón, Martín Santomé ¿no fue esto lo que dijo?

“Falleció”, dijo la voz del tío. La palabra es un asco. Falleció significa un trámite: “Una mala noticia, señor”, había dicho el tío. ¿Él qué sabe? ¿Qué sabe cómo una mala noticia puede destruir el futuro y el rostro y el tacto y el sueño? ¿Qué sabe, eh? Lo único que sabe es decir: “Falleció”, algo tan insoportablemente fácil como eso. Seguramente se estaba encogiendo de hombros. Y eso también era un asco. (…) Cuando estuve en casa solo en mi cuarto, cuando hasta la pobre Blanca me retiró el consuelo de su silencio, moví los labios para decir: “Murió. Avellaneda murió”, porque murió es la palabra, murió es el derrumbe de la vida, murió viene de adentro, trae la verdadera respiración del dolor, murió es la desesperación, la nada frígida y total, el abismo sencillo, el abismo".



Finalmente, y para no citar sus célebres poemas ya posteados por muchos, termino con lo que mi maestro Floridor Pérez le llamó ¿despedida?

Hasta mañana (Benedetti)

Voy a cerrar los ojos en voz baja
voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja

para la muerte que es su pobre dueño
la voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos, tan pequeño

que a Dios invoco, pero no le pido
nada, con tal de compartir apenas
este universo que hemos conseguido

por las malas y a veces por las buenas.
¿Por qué el mundo soñado no es el mismo
que este mundo de muerte a manos llenas?

Mi pesadilla es siempre el optimismo:
me duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero el futuro aguarda. Es un abismo.

No me lo digan cuando me despierte.

Y en Sólo soy un Salieri una despedida apiazzollada, como corresponde nonino. ¡Buen viaje!
Para escuchar y verla pincha aquí.

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