Benedetti... esto no es una elegía
por darle a mis ansias
razón para un beso
Silvio
Sí, la muerte es un dios, ininteligible y a quién le tememos desde lo desconocido. También nos duele el cuerpo hasta la médula la pérdida de quién creemos nos pertenece. Siempre es inoportuna. Claro, pocas veces espera y otra menos avisa. Las listas de pendientes abortados porque la enjuta patitiesa hizo de las suyas es interminable y eso da rabia e impotencia. Por último, qué indignante es tener sólo una certeza en la vida, la muerte.
Pero lo natural nos está dado Don Mario, para qué quedarnos con chicas, vayamos más allá. Si fuera por quedarse en la queja de la injusticia distributiva natural, quizás desde ese su país pequeño del continente grande nunca hubiera emergido un Galeano o un Onetti que lo acompañan en honores.
Usted no morirá, al menos hasta cuando yo muera, y le aseguro que somos mucho más que dos en esta tarea, ahí estarán los hijos y los hijos de esos hijos, inmortalizando sus letras. Le aseguro que hasta la famosa poesía comprometida, tan mentada pero tan desviadora de su vasta obra, seguirá analizándose desde su valor histórico, pero la belleza de versos e historias trascendentes e irreductibles será el lenguaje universal de los amantes eternos.
No estoy triste Benedetti por su partida. Me alegro de que haya dejado de sufrir. Usted no está para trajines banales del cuerpo como aquellos que se acostumbran en hospitales o dictaduras. Usted está para habitar en el canto universal, en las voces de este Sur palpitante de poetas que conocieron y seguirán re-conociendo generación tras generación el sabor del verso a través de su pluma. Es más, usted está para vivir, como arquitecto e iconoclasta a la vez, en la tregua de ese amor siempre tan recidivante e incurable.
Benedetti que se parece a Bendito, eres el fruto del vientre de América que alimenta a los mortales. Y como dios estás condenado a la eternidad.
Eduardo Galeano (El libro de los abrazos)
Y la despedida de Don Nica... la leyó?
Finalmente, y para no citar sus célebres poemas ya posteados por muchos, termino con lo que mi maestro Floridor Pérez le llamó ¿despedida?
voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja
para la muerte que es su pobre dueño
la voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos, tan pequeño
que a Dios invoco, pero no le pido
nada, con tal de compartir apenas
este universo que hemos conseguido
por las malas y a veces por las buenas.
¿Por qué el mundo soñado no es el mismo
que este mundo de muerte a manos llenas?
Mi pesadilla es siempre el optimismo:
me duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero el futuro aguarda. Es un abismo.
No me lo digan cuando me despierte.
Y en Sólo soy un Salieri una despedida apiazzollada, como corresponde nonino. ¡Buen viaje!
Para escuchar y verla pincha aquí.