domingo, junio 15, 2008

El amor es surreal, Nadja de Breton

Después de cruzar la frontera y leyendo a lugonés como si fuera un espejo, devorándomelo en realidad como las imágenes sinfín de espejos contrapuestos, cayeron en mis manos pensadoras las actas surrealistas… ahí estaban maestros de la poesía, la literatura, la pintura y el cine tales como Artaud, Aragon, Eluard, Dalí, Buñuel, Breton… de este último me espiné con una rosa llamada Nadja, que en ruso es el inicio de la palabra esperanza, ¿quién es Nadja? ¿una mujer? ¿la felicidad? ¿la libertad? ¿la belleza?… la gran Simone de Beauvoir dijo “para muchos Nadja es tan maravillosamente libre de cualquier tipo de apariencia, que ella desprecia a ambas la razón y la ley”.

El amor es una obra surrealista, se construye en automático, un cadáver exquisito de a dos, un pensamiento no racional, la imaginación liberada de su consciente.

Con ustedes un fragmento de este maravilloso texto:

Esta es la historia que, yo también, tuve el deseo de contarte, a ti, cuando apenas te conocía, ¡oh tú que no puedes recordar! Pero que habiendo, como por azar, conocido el principio de este libro, has intervenido tan oportunamente, tan violentamente y tan eficazmente cerca de mí, sin duda para recordarme que yo lo quería “batiente como una puerta” y que por esta puerta, sin duda, sólo te vería entrar a ti. Sólo tú entrarías y saldrías. Tú, que de todo lo que he hecho no habrás recibido más que un poco de lluvia sobre tu mano levantada hacia “las auroras”. Tú, que me haces lamentar tanto haber escrito esta frase absurda e irretractable sobre el amor, el único amor, “el que soporta todas las pruebas”. Tú, que para todos los que nos escuchan no debes ser una entidad sino una mujer; tú, que más que nada eres una mujer, a pesar de todo lo que se me ha impuesto y se me impone en ti para que seas una Quimera. Tú, que haces admirablemente todo lo que haces y cuyas espléndidas razones, que para mí no lindan con el desatino, brillan y caen mortalmente como el rayo. Tú, la criatura más viviente y que pareces haber sido puesta en mi camino sólo para que experimente con todo su rigor la fuerza de lo que no ha sufrido en ti. Tú, que sólo conoces el mal de oídas. Tú con toda seguridad, idealmente hermosa. Tú, a quien todo conduce al alba y que por esto mismo tal vez no volveré a ver nunca,,.

¿Qué haré sin ti con este amor para el genio que siempre he sentido alentar en mí, y en nombre del cual, lo menos que he podido hacer ha sido suscitar algunos agradecimientos, aquí y allá? Me jacto de saber dónde está el genio, de casi conocer en qué consiste, y lo consideraba capaz de conciliarse con todos los otros grandes ardores. Creo ciegamente en tu genio. No sin tristeza retiraré esta palabra, si te sorprende. Pero entonces la desterraré del todo. El genio…. ¡qué podría yo esperar aún de algunos posibles intercesores que se me han presentado bajo este signo y que he cesado de tener cerca de ti!

Sin hacerlo adrede, tú has sustituido a las formas que me eran más familiares y a varias figuras de mi presentimiento. Nadja era una de estas últimas, y considero perfecto que me la hayas ocultado.

Todo lo que sé es que esta sustitución de personas se detiene en ti, porque nada puede sustituirte, y que para mí, esta sucesión de enigmas debía terminar para siempre ante ti.

Tú no eres un enigma para mí.
Digo que tú me desvías para siempre del enigma.








Ya que existes, como sólo tú sabes existir, tal vez no era muy necesario que este libro existiera. He creído poder decidir de otro modo, como recuerdo de la conclusión que deseaba darle antes de conocerte y que tu irrupción en mi vida no ha hecho inútil a mis ojos. Este final sólo cobra su verdadero sentido y toda su fuerza a través de ti.

Ella me sonríe como a veces me has sonreído tú, detrás de grandes zarzales de lágrimas. “Es todavía el amor”, decías tú. Y más injustamente llegaste a decir también: “O todo o nada”.

No me opondrá nunca a esta fórmula con que se ha armado una vez por todas la pasión, erigiéndose en defensora del mundo contra él mismo. A lo sumo me atrevería a interrogarla sobre la naturaleza de este “todo”, si, a ese respecto, por ser la pasión, no se hiciera necesario que estuviese imposibilitada de escucharme. Sus movimientos diversos aun en la medida en que soy víctima de ellos –y que ella sea alguna vez capaz de arrebatarme la palabra, de negarme el derecho a la existencia- ¿cómo me arrancarían todo entero del orgullo de conocerla, de la humildad absoluta con que deseo estar ante ella, sólo ante ella? No apelaré contra sus más crueles y misteriosos decretos. Sería como negar que “cada cual quiere y cree ser mejor que este mundo que es el suyo, pero aquel que es mejor no hace más que expresar mejor que otros este mismo mundo”.

(me costó dos semanas postear esto… algo congestionaba el escape, un amor surreal, quizás por su final, o por existir y ser hermoso sólo en el pasado, o porque nunca tuvo futuro, o porque sólo le reconozco en este otro yo después de ti, probablemente mejor, pero que aún late cuando sacudo este pecho oxidado… algo para ti en Salieri, pincha aquí)


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