domingo, abril 06, 2008

a veces leo poemas tristes y Pessoa me consiente...

No tengo ambiciones ni deseos.
Ser poeta no es una ambición mía.
Es mi manera de estar solo.


Pessoa que significa Persona (personne para su Ofelia y que en francés también tiene la acepción de nadie), quizá marcado por este estigma de duelo y poesía, escribió y escribió para ir quedando cada vez más solo.



Comparto con ustedes extractos de soledades de Pessoa:

Siento que, aun al decir que soy siempre diferente, digo siempre lo mismo; que, a fin de cuentas, ni tuve la alegría de ganar ni la emoción de perder. Soy una ausencia de saldo de mí mismo, de un equilibrio involuntario que me debilita y me deja desolado (…)

Si un hombre escribe bien sólo cuando está borracho le diré: “emborráchate”. Y si me dice que su hígado sufre por eso, le respondo: ¿qué es un hígado? Es una cosa muerta que vive mientras tú vives, mientras que los poemas que se escriban vivirán sin mientras.

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No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Esto aparte, tengo en mí todos los sueños del mundo.

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Como quien un día de verano abre la puerta de casa
y atisba el calor de los campos con todo el rostro,
a veces, de repente, la Naturaleza me da de lleno
en todos mis sentidos,
y me quedo confuso, turbado, queriendo comprender
no sé bien qué ni cómo…

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La otra ribera del río, por el hecho de estar del otro lado, nunca es la de aquí; y esa es la razón profunda de todo mi sufrimiento. Hay barcos para muchos puertos, pero ninguno para ese lugar donde la vida no duele, ni un sitio donde desembarcar para olvidar.

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Viví, estudié, amé y hasta creí, y hoy no hay mendigo al que no envidie sólo porque él no es yo. A cada uno miro los andrajos y las llagas y la mentira y pienso: tal vez nunca hayas vivido ni estudiado ni amado ni creído (porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer nada de eso); tal vez hayas existido sólo como la lagartija a la que cortan la cola y es cola removiéndose más acá de la lagartija. Hice de mí lo que no supe y lo que pude hacer de mí no lo hice. Vestí un dominó equivocado. Me conocieron enseguida como quien no era, y no lo desmentí, y me perdí. Cuando me quise quitar la máscara la tenía pegada a la cara. Cuando me la quité y me vi al espejo ya había envejecido. Borracho, no sabía ya vestir el dominó que no me había quitado. Arrojé la máscara y dormí en el guardarropa como un perro al que tolera la gerencia por ser inofensivo.

Material tomado de "el silencio de los poetas" de Sara Cohen.

En Salieri una canción, la canción, esta canción (haz click aquí).


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