Arte Poética (Vicente Huidobro)

Hablar de dios de esa manera a algunos suele producirles dolores de guata y de consciencia, es tan fuerte el formateo que negarlo es como que le cercenaran una víscera fundamental. Está bien. Me imagino que se trata de una sensación similar a la que pudiera sentirse frente a la orfandad inminente o, en algunos casos más extremos, al asesinato de su propio padre, a mansalva y teniéndolos como espectador. Se entiende. Sin embargo, en esta casa sin dios y sin decálogo, cada quién puede ser un dios. Cada uno de ustedes puede ser un creador, tomar las piezas que estime necesarias para construir una nueva naturaleza, más o menos distinta que ésta, no importa, pero que al menos por los flancos tenga límites en verticales horizontes, nos plantemos erguidos y poderosos sobre cielo firme y miremos el futuro (o la nueva realidad) con un millón de ojos bien cerrados.


Para ello quién mejor que Vicente, creacionista para los cobardes eufemistas, un gran dios para los libertarios de esta nueva aldea de poetas.

Que el verso sea como una llave
que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuanto miren los ojos creado sea, y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga, como recuerdo,
en los museos; mas no por eso tenemos menos fuerza:
el vigor verdadero reside en la cabeza.

Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
hacedla florecer en el poema;
sólo para nosotros viven todas las cosas bajo el Sol.

El poeta es un pequeño Dios.